viernes, 5 de julio de 2013

Las apps aparcan a las tradicionales "Radiotelefono"

MyTaxi y Hailo son los principales servicios que están penetrando en Madrid y Barcelona

Cómodo, rápido y con seguimiento en directo. Nunca antes pedir un taxi fue tan sencillo ni tan inteligente. Las aplicaciones móviles para solicitar este tipo de transporte han acelerado su incursión en España.Tras MyTaxi, de gran relevancia a nivel internacional, ha desembarcadoHailo, un servicio más global que incluso se está abriendo hueco en ciudades como Tokio. Pero no son las únicas, ya que un puñado de «startups», principalmente localizadas en EE.UU. y Europa, se están especializado en el mercado del taxi.
Estos servicios quieren aparcar los tradicionales radioteléfonos, cuyo coste pueden superar los 170 euros mensuales, así como las esperas a veces desesperantes. El siempre molesto pago en efectivo o por tarjeta de crédito -no siempre disponible- está siendo sustituído por un sistema de pago móvil que incorporan algunas de estas aplicaciones. No hace falta llevar dinero en el bolsillo y el usuario puede visualizar en tiempo real la ruta. Por eso, de cara al usuario, este ha acogido de buen grado sus posibilidades, aunque la penetración en el taxista, todavía escéptico, es más lenta.
Ciudades como Madrid están viviendo una particular lucha entre servicios rivales en aras de abrirse un hueco. Para algunos usuarios, los más «geeks», ya es un servicio imprescindible. En el caso de la alemanaMyTaxi, el uso de su servicio de pago es gratuito para el pasajero. Al conductor se le aplica una tasa del 1,9% sobre el precio de la carrera y se añaden nueve céntimos por carrera en concepto de costes de transacción, casi inapreciable en la factura. Por si fuera poco, también es posible elegir al «conductor favorito», es decir, el cliente puede indicar su preferencia para futuros pedidos.
En la actualidad cuenta con más de 2.000 taxis asociados entre Madrid y Barcelona, y más de 35.000 a nivel mundial. «Con la 'app' MyTaxi, las reservas de los clientes se cargan directamente en el teléfono, sin intervención de centralitas», explica la compañía.fundada en junio de 2009 por Niclaus Mewes y Sven Külper. Ambos compartían la visión de una nueva plataforma de movilidad: una aplicación que transportara al sector del taxi al siglo XXI.
Recientemente hizo su aparición en España Hailo, que se ha lanzado a este apretado ruedo con una importante campaña de lanzamiento.Nacida en Londres en 2011, la compañía tiene más de 34.000 taxistas y 525.000 pasajeros registrados. Como éxito, casi el 50% de los taxistas londinenses ya la utilizan.
En el caso de España, la llegada de este tipo de aplicaciones ha sido abrumadoramente rápida. En cuestión de pocos meses han venido instalándose varias, con mayor o menos éxito. «No se puede ir en contra del futuro y las aplicaciones tecnológicas que se están incorpoando permiten que el usuario pueda acceder a una forma nueva al uso del taxi», explica a este diario Mariano Sánchez, presidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid.

Una nueva forma de subir al taxi

Este nuevo modo de solicitar vehículo «está haciendo que el sector se esté modulando» y encuentren en estas aplicaciones «un trabajo mas ágil y dinámico». ¿Triunfará o se convertirá en una nueva burbuja? «Esto es un boom, algo novedoso, tendrá un procfeso de expansión y asentamiento. Irá a más este año y en el transucrso de dos años, pero luego quedará establecido de una manera muy definida», puntualiza.
A esta aplicación, Hailo, hay que sumar a esta ardua lucha por abrir las puertas de los taxis otras como JoinUpTaxi, compañía española que cuenta con más de 10.000 usuarios distribuidos entre Madrid, Barcelona y San Sebastián y unos 450 taxistas adheridos. También españolas, By-TaxiWannataxi eTaxi -nacida en 2009 sin apoyo institucional- permiten igualmente reservar «online» así como ver en el mapa la localización y la carrera, o GooTaxi, cuya expansión se ha ralentizado tras su nacimiento el pasado año. De mayor trayectoria esTaxi Magic, que se localiza en Reino Unido y Canadá. ¿Quién se sube al carro?

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