La empresa de alquiler de coches con conductor Uber ha ganado una batalla, pero no la guerra, para seguir ofreciendo su particular servicio de transporte bajo demanda en una importante plaza: Londres.
La autoridad que se encarga de regular el transporte metropolitano, Transport for London (TfL), ha concluido que no cree que Uber esté incumpliendo la ley que regula el negocio del taxi, pero va a solicitar a la máxima instancia judicial de Reino Unido que se pronuncie sobre el asunto.
El meollo de la polémica legal se concentra, en la ciudad del Támesis, en la regulación que exige que los servicios de taxi utilicen taxímetros que, además, deben someterse a una normativa exhaustiva.
En una decisión que da la razón a Uber y otras aplicaciones similares, como Hallo, el hecho de que Uber utilice el GPS para calcular las tarifas de forma aproximada no hace que éste funcione como un taxímetro.
Al estar fuera de la normativa, señala TfL, la actividad de Uber no es ilegal… ni al lo contrario.
“TfL ha sentado como criterio provisional que los smarphones usados por los conductores (de Uber), que pueden usarse como herramientas GPS para medir las distancias de los trayectos (…) y calcular las tarifas- no constituyen un taxímetro” a efectos legales.
En pocas palabras, TfL asegura que la aplicación puede usarse igual que un taxímetro pero no es un taxímetro y por tanto los conductores de Uber están fuera de su jurisdicción.
Uber ha sido objeto de numerosas protestas por los taxistas convencionales en multitud de las ciudades donde se ha implantado.
En Madrid, está convocada una protesta para el próximo 11 de junio para demandar a las autoridades que terminen con este nuevo mercado de transporte de viajeros.
La pasada semana se conoció que Uber podría valer ya cerca de 12.500 millones de euros.
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