La Federación Profesional del Taxi de Madrid espera que la región siga los pasos de Cataluña y vete el servicio
La polémica entre los taxistas de Barcelona y Uber, la «app» que abandera el denominado consumo colaborativo en el sector del transporte urbano y que opera sin licencia en España, no ha sido más que una mera batalla en la guerra que la compañía tecnológica quiere iniciar en el mercado. En Cataluña, la Generalitat ya ha puesto coto a la aplicación mediante la apertura de un expediente sancionador a Uber y la imposición de una multa a todo vehículo de transporte de pasajeros que circule sin los permisos requeridos.
La «startup» americana, lejos de resignarse con la decisión del Ejecutivo catalán, se ha mostrado dispuesta a «iniciar conversaciones» con las autoridades para explicar que su modelo de negocio no pretende ser un competidor feroz en el gremio del taxi sino, más bien, una alternativa más para un sector regulado en exceso por las autoridades españolas. «Uber es una empresa de tecnología que ofrece soluciones inteligentes para la movilidad urbana, no se dedica al transporte de viajeros», explicó la compañía a ABC la semana pasada.
Tras el revuelo generado en Barcelona, Uber ya se plantea extender sus tentáculos hacia la capital de España donde los taxistas, informados y aleccionados por sus colegas de Cataluña, ya velan armas para la nueva batalla que se les avecina. Santiago Simón, miembro de la nueva junta directiva de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, asegura a ABC que en el sector «hay miedo» ante la inminente llegada de la «startup» a la ciudad: «Estamos muy preocupados pues, visto lo sucedido en Barcelona, tenemos claro que Uber va a tope y nos perjudicará. La nueva junta directiva lleva muy poco tiempo trabajando, pero vamos a ponernos en marcha para que aquí también se prohíba este servicio ilegal».
«La ley de la jungla»
Simón, muy al tanto de las últimas informaciones sobre la compañía americana y su actividad en Barcelona, espera que el gobierno regional tome nota de las medidas adoptadas por el Ayuntamiento de Barcelonay vete la aplicación en las calles de Madrid. «Aquí no puede imperar la ley de la jungla, no se debe permitir que cualquier persona traslade a pasajeros de un sitio a otro sin ningún tipo de control, creo que eso es algo propio de los países del tercer mundo». Además, el taxista arremete contra la filosofía de Uber y su defensa de la economía colaborativa para justificar su actividad al margen de la legalidad:«Eso no es colaborar, es ganar dinero y lucrarse sin cumplir la ley. No debería llamarse consumo colaborativo a lo que en realidad es economía sumergida».
Del mismo modo, el miembro de la junta se pronuncia sobre la inseguridad de los pasajeros que opten por utilizar este tipo de servicio: «Nuestros vehículos están preparados, cumplen con la legalidad vigente y, lo que es más importante, tienen un seguro de responsabilidad civil de 50 millones de euros que cubre al pasajero en caso de que algo ocurra. ¿Pueden decir lo mismo en Uber?». Asimismo, Simón niega tajantemente que el taxi sea un sector excesivamente protegido: «Cualquier persona puede trabajar en el taxi si se compra una licencia, no existe blindaje de ningún tipo. Además, los taxistas también tenemos nuestra competencia a través de las licencias VTC, pero se trata de un servicio de transporte controlado y legal».
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